Isabelle de Kergal inicia su formación en el ámbito de la pintura decorativa. Realiza estudios de pintura sobre porcelana en la École le Chambrelain de París (1999-2007) y en el Atelier Véronique Habrège de Versalles (2009-2011). Se inicia en el mundo de la pintura de caballete en el Atelier des Couleurs con Michele Reynaud en Aix en Provence (2007-2008). Entra en contacto con las técnicas de pintura decorativa, mural y con la técnica acrílica en la École de Peinture Décorative Jean Sable de Versalles (2011-2012) y en la École du Louvre de París (2012-2014). Perfecciona la técnica del óleo y los sistemas de representación con el profesor Gabriel Martín Roig (2014-2016).
La pintura de Isabelle de Kergal nace de la voluntad de sorprender a través del color, de construir el modelo con contrastes vivos y saturados, con una pincelada dinámica y vigorosa. Cada lienzo se convierte en un reto donde la selección de los colores que intervienen en la paleta resulta fundamental para dotar de autonomía y personalidad propia a cada una de sus creaciones.
La pintura de Isabelle de Kergal nace de la voluntad de sorprender a través del color, de construir el modelo con contrastes vivos y saturados, con una pincelada dinámica y vigorosa. Cada lienzo se convierte en un reto donde la selección de los colores que intervienen en la paleta resulta fundamental para dotar de autonomía y personalidad propia a cada una de sus creaciones.
Madrid ofrece innumerables lugares de interés, arquitectura nostálgica y rincones para sorprenderse. Es una ciudad llena de vida, cultura, historia y tradición que no escapa a la mirada de Isabelle de Kergal que a través de la exaltación y el contraste de los colores, gracias a una pincelada expresiva, construye una representación atractiva de sus plazas, calles, parques y monumentos más representativos.
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En esta muestra, que tuvo lugar desde el 30 de agosto hasta el 4 de octubre de 2017, la artista peruana, residente en París y Barcelona, presentó una selección de pinturas que representan un viaje sentimental a su país de origen, a los recuerdos e imágenes de la infancia, a los paisajes que marcaron su carácter vitalista, a las calles estrechas y tortuosas de las ciudades coloniales y a la pervivencia de la devoción popular que se materializa con la representación de catedrales, de templos y de oratorios interpretados de manera atrevida, enérgica y con vivos colores. |